POEMAS PREMIADOS
XXXII CERTAMEN POÉTICO INTERNACIONAL
"FRANCISCO DE QUEVEDO"
PREMIO " D. FRANCISCO DE QUEVEDO
AUTORA: NATIVIDAD CEPEDA SERRANO
EPISTOLA
A FRANCISCO DE QUEVEDO
DESDE
LA SEMEJANZA DE LOS SIGLOS
“En otros siglos pudo ser pecado
severo estudio, y la verdad desnuda”
Francisco
de Quevedo
I
Otros
siglos, otros nombres y sigue Dios cruzando
por el tiempo. Mirada de cristal que nos contempla
con gestos de perdón. Desde ese espejo le escribo,
don Francisco, esta misiva que nace con temblor
de mi mano y puede que al hacerlo busque en su dolor
el
mío. Porque no creáis, que la verdad desnuda
hoy tiene mejor tejado que el de antaño. Nadie como Vos
conoce la tristeza que nace del olvido. Nadie sabe
lo que es vivir en medio de la aldea contemplando el pasado.
Todo
se torna en claridad certera en rededor de siglos,
y
es páramo estéril ese momento de miseria, que despoja
al
arte de su gloria, y encumbra al holgazán hasta el poder.
II
Y
romper el silencio, sabéis que se paga en la plaza
del
mundo. Se burlan en la Corte de los que moramos
los Campos de Montiel, piensan que le cortaron al águila
su
vuelo, creen - ilusos ellos- que no queda lustre
en
sus garras y plumas. Oscurece la tarde, regresan las gentes
del
trabajo. Pasan rendidos. Lejos queda San Marcos.
Lejos
quedó la juventud. Un nido, don Francisco,
en
tierra yerma, es no tener cobijo. En León, no crepitaba
la
llama en los fogones. Todo fue tristeza, lucha, por no morir
para
ganar la última contienda. Desfallecía el guerrero,
no
así el poeta, mientras fluía la pluma sin derrota.
III
Libertad,
es derecho del Hombre. Acallar los agravios
es
retar por el fango, y pecado severo, descubrir los errores
del poder. Recluido en San Marcos -paradoja siniestra-
Caballero con la Cruz de Santiago, escribiendo el dolor
mientras medra la vida a orillas del Bernesga.
El río, torna sus aguas en leyenda. En él se miran peregrinos,
camino jacobeo que cruza por su puente junto a la caballería
de
monjes guerreros santiaguistas en la taberna de la vida.
Sepelio de grandezas San Marcos, celda, para quien escribe
epístolas a doctos jesuitas, al válido del rey, que necesita
sentirse un dios cosiendo la boca a quien denuncia sus miserias.
IV
Casi
todo termina en un instante, incluso la derrota
de Olivares. De lo acontecido entonces queda el eco
de epístolas escritas de un recluido docto.
La historia es el espejo donde aún nos miramos don Francisco,
la llave que abre la memoria o la ciega. Cartas, las suyas,
que
a todos pertenecen para abrirnos los ojos…
Más, seguimos errando, porque humano es errar. Le aseguro,
Señor,
que en poco ha cambiado la Corte de ayer con la de hoy.
La
historia no escribe jamás de los vencidos, salvo, si como Vos,
sois
diferente en contexto y contenido. Acosada tristeza
sigue
gritando desamparo en la paz serena de los campos
de España. Dolor que os redime y nos alerta
de
que, sólo Dios, es el que regala dones y grandeza.
V
Viejo
y enfermo, Quevedo, reza escuchando maitines
por
el claustro sereno de Santo Domingo. Duele el alma.
Benevolente, Villanueva de los infantes, deja trascender
el último latido de un corazón deshecho. Arrímese a la lumbre,
Señor,
vea como vuelan ánades camino de Ruidera.
Escuche,
como en la lejanía, balan rebaños, ladran
sus
perros, guardianes sin sueldo, a falta de pastores.
Aquí,
sumamos horas, contemplando la belleza carmesí
de la tarde cuando se despide por los montes. Vea los pueblos
hermosos y olvidados con tristeza en sus viejas paredes.
Pero nada nos acobarda, respiramos historia por los cuatro
costados de los parajes de Montiel, y os juro, por mis antepasados,
que
a nosotros, también nos queda fe para seguir viviendo hoy.
PREMIO TEMA LIBRE
AUTOR: FERNANDO UGEDA CALABUIG
Un
oso polar en un iceberg a la deriva
Hubo un tiempo en
que tocó crecer,
y lo hice
alimentado por un caudal de besos
que mi memoria en
agraz sería incapaz de preservar.
Llevado por la
inercia de mis ligeros pasos
anduve por senderos
flanqueados de afanes,
imágenes que el
devenir de la vida
convertiría en
espectros de doliente figura.
Con los ojos
henchidos de quimeras
y las alforjas
colmadas de ternura
galopé en rodillas
vivaces y jaraneras
en pos de la
plenitud de mi existencia.
Hubo un tiempo en
que tocó amar,
y lo hice impelido
por el vendaval
que la adolescencia
desata en las carnes,
influido por lunas
de egoísmo,
con una voracidad
insaciable y arcana,
con la ruindad
ingénita de un predador de sentimientos.
Y el amor se mostró
esquivo conmigo,
o ¿acaso fui yo el
indiferente?
Hubo un tiempo en
que tocó madurar,
y lo hice volando
lejos sin ataduras,
en busca de la
esencia de mi naturaleza
tal vez extraviada
en el confín del universo.
Mas la búsqueda
involucionó en una travesía
por laberintos de
sueños fatuos y oropeles,
desiertos habitados
por entelequias y arenas movedizas.
Y mientras yo era un
torpe gato entretenido con la madeja,
aquéllos que una
vez me amaron se enrolaron de a poco
en el batallón de
los vencidos por el tiempo y las prisas.
Hubo un tiempo en
que tocó envejecer,
y lo hice huérfano
de afectos,
enmoheciendo en una
arista del olvido,
huraño como un oso
polar en un iceberg a la deriva.
El crepúsculo se
tornó ceniciento,
la saliva fue acíbar
en mi boca,
las fuerzas huyeron
de mí en desbandada
dejando mi cuerpo
extenuado, desguarnecido,
postrado a merced de
la guadaña.
Hoy mis taciturnos
ojos reposan su cansancio
sobre una memoria
hecha de sílice y aluvión,
de afecciones
dilapidadas y tiempos espurios.
Me consume la
gangrena de saber que no he aprendido nada.
Y ahora toca morir.
PREMIO "EL BUSCÓN"
AUTOR: ALBERTO MARTÍNEZ DOS SANTOS
MONODIA
Estás presente en
mis tragos más amargos
y entre tragos
amargos
te vas haciendo
patrimonio del pasado,
propiedad del
insomnio.
Los tequieros se
transforman en tequilas
las princesas en
vulgares acompañantes
y el corazón
en un engranaje
castigado por el salitre.
El camino es un
lecho de serpientes,
un año 365 juicios
finales,
un día 24 caidas
libres,
1 minuto 60 ruletas
rusas
pero siempre falta
una página en el libro de la vida
consumida por la
sangre
hecha fuego griego.
Mi sonrisa
sometida al monóxido
fotosíntesis de
derrota en el tapiz,
combato contra
cristales convexos:
la vida y la muerte
son meros
tecnicismos.
Hoy haré una
efeméride del drama
y juro
que brindaré todos
los días,
forjaré una
parabellum con tu nombre
y será de plata,
porque cuando la disparé
antes tendrá que
atravesar
más de mil espejos.
Tu tiempo y mi
tiempo
nos destrozan y
enmudecen,
ya corran en relojes
de arena
o cabalguen en
Rolex,
que no me digan
que la vida es bella
si para ello hay que
estar sordo,
ciego, mudo, inmóvil
y latente.
Que no me digan
que mis ojos son
rabia,
amor sepia y furia
por no aceptar sus
sucedáneos de muerte.