miércoles, 10 de agosto de 2011

PRESENTACIÓN LIBRO "DE UN TIEMPO A ESTA PARTE"
AUTORA: Presentación Pérez González
El 21 de agosto en la Alhóndiga de VVa. de los Infantes, a las 21:15 h.



viernes, 5 de agosto de 2011

FALLO DEL XXXI CERTAMEN POÉTICO INTERNACIONAL
"FRANCISCO DE QUEVEDO"

El 30 de julio se reunió el Jurado Calificador del trigésimo primer Certamen Poético Internacional, compuesto por: D. Juan José Guardia Polaino, poeta y Gran Maestre de la Orden Literaria Francisco de Quevedo; D. Miguel Blasco Alberite, periodista, escritor, ex-director General de Canales Temáticos y de los Centros Territoriales de TVE; doña Juana Pinés Maeso, poeta, escritora, ex-directora del Grupo literario Guadiana; D. Antonio Gómez Rufo, escritor; y doña Presentación Pérez González, poeta y Escribana mayor de la Orden Literaria Francisco de Quevedo, que intervino como secretaria con voz, pero sin voto; los cuales hicieron un profundo estudio y reflexión sobre los 225 trabajos presentados, hasta tener muy claro el poema preferido en cada una de las tres modalidades.

PREMIO: DON FRANCISCO DE QUEVEDO: Investidura de Gran Comendadora, entrega de pergamino y 900 Euros al poema”QUEVEDO, ESE SUEÑO cuya autor resultó ser, el poeta JERÓNIMO CALERO CALERO, natural de Manzanares (Ciudad Real)

PREMIO: TEMA LIBRE (Dedicado al poeta Rafael Simarro) Investidura de Comendador, entrega de pergamino y 600 Euros al poema titulado “Y AHORA QUE NO ESTÁS, del poeta VICENTE MARTÍN MARTÍN, reside en Torrejón de la Calzada (Madrid)

PREMIO “EL BUSCÓN” (Para menores de 30años) Investidura de Comendadora, entrega de pergamino y 300 Euros al poema “AL LIL (LA NOCHE)”, de la poeta VERÓNICA ARANDA CASADO, natural de Madrid.


La entrega de premios tendrá lugar en el Auditorio de la Encarnación de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), con ceremonial, uso y costumbres del siglo XVII, el próximo día 28 de agosto de 2011 a las 21:30 h.



PREMIO FRANCISCO DE QUEVEDO

AUTOR: JERÓNIMO CALERO CALERO (MANZANARES)

(CIUDAD REAL)



QUEVEDO, ESE SUEÑO…


Te imagino soñando, el último poema

-el de antes de tu muerte nacido sangre arriba-

en esta celda umbría donde fuera tu vida,

hoy apenas poblada por el bies de la ausencia.


Te imagino en un tiempo de soledad y angustia

rebuscando en tu noche el vigor de otros días,

( de tus ojos acuosos una lágrima rueda

iniciando el regreso hacia Dios o hacia el alba).


Imagino tu mente, como un agua profunda

que encontró su venero

para dar nueva vida,

te imagino vaciando el caudal de tu acequia

en el útero malva de una tierra sin nombre.


Te imagino callado para el paso del débil,

hogaza para el hambre del que nada consigue,

libertad para el alma que solloza cautiva,

aliento para el triste que agotó su esperanza.


Te imagino poeta hasta el último aliento,

esparciendo tu aroma como flor deshojada

que mostrara en sus pétalos la unidad del origen

e incendiara la tarde de vencida belleza.


Te imagino remoto como piélago alzado

en las vírgenes lindes de un remanso celeste,

con un verso en los labios como antorcha prendida

indicando a quien llegue que tu luz no se extingue.


Te imagino en la senda de tus últimas horas

con el paso cansado del que viene de lejos,

un suspiro de alivio anticipa en tu rostro

la suprema armonía que acontece en tu alma.


Te imagino en un sitio donde no duele el mundo

donde nada es mezquino, ni dañoso, ni triste,

donde nunca es invierno, o es tan bello el invierno.

que florecen pensiles sobre brotes de escarcha.


Te imagino horizonte más allá de la vida,

donde sólo el latido de tu verso es sonido

donde ya son memoria las palabras talladas

en el claro epitafio que antecede a tu nombre.


Te imagino glorioso, como un arcángel rubio,

ocupando el estrado de los viejos poetas,

blanquecina la barba por la cal de los siglos

que pasaron tan raudos como el ala de un sueño.


Te imagino en la ola que se rompe en espumas,

en el beso que inicia su escalada de labios

en el ojo que encuentra la mirada precisa

en la mano que impulsa la razón del apero.


Te imagino en el alba que destrenza la noche,

en la encina que gime rumorosa de viento

en la gota que inicia su remonte de ríos

en el punto y seguido donde todo es posible.


Te imagino final, te imagino principio,

te imagino pasado, te imagino presente,

te imagino palabra –cuando ya nada exista-

navegando en un mar de imposibles orillas.


En tus horas postreras he plantado mi pluma,

no hay nada tan fecundo como el último llanto,

ahora siento la paz que rezuman tus días,

encharcando la sed que secaba mi espíritu.


He guardado tu nombre para el íntimo estrado

desde el cual se venera todo aquello que es puro,

tu alma hecha soneto se desprende del libro

en el que cada noche remuevo tus cenizas.


El ayer y el olvido son acaso sinónimos,

es por eso que intento la ecuación de lo inverso:

del verso al infinito, para encontrar tu esencia,

del infinito al verso, para saber que aún eres.

PREMIO TEMA LIBRE

AUTOR: VICENTE MARTÍN MARTÍN (TORREJÓN DE LA CALZADA)

(MADRID)



Y AHORA QUE NO ESTÁS



Y ahora que no estás y sólo es tiempo de acequias

y lluvias torrenciales,

precisamente ahora

¿me dejas que te escriba un poema de amor en que no diga

te quiero,

en que olvide que sueño con tus besos, tus caderas de nailon y la gloria

que bendicen en tus pechos?


Te escribiré alamedas con gorriones del Duero,

te escribiré montañas,

dibujaré la tarde.


Y es que tú

fuiste el libro de versos que no he escrito

y el dolor no contado,


tú la letra,

la música

y el canto gregoriano que ahuyentaba el aullido de los lobos,

tú la torre albarrana y la dulzura del cuarzo,

tú quien me ha conducido a estos alfares

de una muerte aprendida,


tú la vela

que lloraba el cadáver del ángel paraolímpico.


¿Te he dicho

que llegado a beberme hasta la tinta, que me muerdo las uñas y dibujo

tu nombre en carnes vivas?


Me esfuerzo en entender por qué han perdido

la sonrisa los árboles,

por qué

sólo un año después de que te fuiste

no había nadie en el mundo y se cerraron

de pronto los hoteles:


veo hermosos cadáveres con los muslos de mimbre que almacenan

mazorcas de hornear sobre su sexo

y arrozales que crecen en las ramblas

de un planeta sin lunas.


Nuestros besos,

el tacto,

las caricias pensadas, las noches y el deseo

hoy viajan sentados en distintos vagones de unos trenes

qué ignoran su destino

y sin embargo

cuando todo el paisaje se reduce a palabras y los versos

son un acto de fe

sé que estás y te pienso rimero de agua-luz,

lluvia naranja

o infancia de manzano

y sé que tienes

cansadas de volar las cicatrices.


Tú no sabes

que desde que no estás se han oxidado los versos y las lágrimas,

que hay ortigas e hinojos en medio del jardín,

están tristes los pájaros

y el álamo

me pregunta por ti y no sé decirle

en qué nube te escondes ni a qué señas te escribo

cuando quiero decirte que ha nevado,

que el gato

es un náufrago extraño en la escalera

y se mueren de sed los archiduques prusianos,


ya ves,

mientras te escribo

el presente es ayer y me es posible escuchar la redondez de tus pasos

más acá de ti misma.


Finalmente

te pido que no pienses que si visto de oscuro es que estoy triste,

la tristeza no haría sino más complicada la sintaxis

y, además, los recuerdos

no son un buen lugar para el dolor de los necios.



PREMIO EL BUSCÓN

AUTORA: VERÓNICA ARANDA CASADO (Madrid)


AL LIL (LA NOCHE)


I

Anochecer


Regresas a la hora de la quinta oración,

cuando queda un instante la ciudad suspendida,

entre aromas de almizcle.


A la hora de la cena silenciosa

en la casa de huéspedes,

cuando en viejas buhardillas se llenan las bañeras

y continúa el ciclo de la euforia

y el apátrida se hace sedentario

bajo el conjuro de la azora XV

y los frutos rojizos del aliso.


Vendrá entonces la noche, sus estigmas,

la lluvia intensa en los embarcaderos

y seremos inmunes

a aquella desnudez que hiere al alba


II

Nombrar


He aprendido a nombrarte bajo los apagones,

cuando sabemos que la noche es llaga,

patio interior, furtivos alhelíes.

No se explican los claustros

sin la fragilidad de los ayunos

y versículos nómadas. La lluvia

cayendo torrencial sobre los bulevares

no impide que nombremos al amor

en ciudades extrañas

donde asumimos dos identidades:

laurel, nocturnidad, que nos arraigan

en la raíz del miedo primigenio


III

Al lil


Vendrá la noche y me traerá tus ojos,

pequeños intervalos de licor,

toda la lejanía de las lenguas semíticas.


Vendrá la noche altiva y tabernaria,

seremos como extraños que se dan cita a ciegas

en el café París. Vendrá la culpa,

unos besos furtivos

en algún mirador de la montaña,

donde la oscuridad del arrabal

nos hace vulnerables

e inventas, de repente, seis mentiras.